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Jesús nos dice que continuemos predicando el evangelio, incluso si enfrentamos hostilidad y concurso por parte de las personas. Este tipo de situaciones requiere atención a los detalles para ser exitoso en nuestra representación.

Los textos bíblicos nos brindan una enseñanza profunda sobre el sufrimiento de Cristo. En ellos podemos encontrar varias lecciones que podemos aplicar a nuestras propias vidas.

Y el Dios de esperanza os llene de todo Gozada y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.

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Confrontar la hostilidad y el odio por seguir a Jesús requiere valentía, Certeza y una confianza en Dios en medio del sufrimiento. Somos llamados a ser testigos valientes en presencia de el rechazo de la gente y a continuar predicando el evangelio en las ciudades de Israel y en todo el mundo.

Nos invitan a reflexionar sobre nuestro more info propio pecado y a acoger el regalo de la salvación que Cristo nos ofrece a través de su sacrificio en la cruz.

Como dijo el Presidente Gordon B. Hinckley delante el fallecimiento de su mujer: “Solo aquellos que atraviesan por este Val anfibológico conocen su absoluta desolación.

Su sufrimiento en la cruz nos muestra el aprecio incondicional de Dios por la humanidad y nos brinda la oportunidad de cobrar el perdón y la salvación.

– Orar pidiendo fortaleza y confianza en Dios para contraponer nuestros propios sufrimientos y dificultades.

A veces ocurre que conduce a la negación de Dios o a la desesperación: ¿por qué lo permite Dios, si es bueno y todopoderoso? Y en el fondo todos intentan evitar el irracional del sufrimiento y encontrarle algún sentido.

El sufrimiento es una prueba. Una prueba, a veces, sobrado dura a la que es sometido el hombre. Santo Pablo, en sus cartas, nos acento con frecuencia de aquella paradoja evangélica de la pasión y de la fuerza; implementada de manera particular por el apóstol mismo y que junto con él, prueban todos aquellos que participan en los sufrimientos de Cristo.

Diez ángeles en el paraíso retuercen sus manos, cubren sus rostros, retuercen sus cuerpos y abren sus bocas en silenciosa pena. Los hombres se muestran asolados por la pena, sus rostros reflejan expresiones serias y desoladas.

En todo caso, el sufrimiento hay que evitarlo, pero cuando no es posible entonces lo podemos ofrecer uniéndolo a los padecimientos de Cristo.